Más de 3000 estudiantes de enseñanza básica y media del país, se reunieron en la Usach para participar de la competencia organizada por la Dirección Académica Nacional del Campeonato Escolar de Matemáticas (CMAT).
Andrea Pinto Vergara, profesora del DMCC Usach: “Quiero ser una de muchas”
A temprana edad, Andrea Pinto Vergara ya enseñaba matemáticas a sus muñecas, transformando su habitación en una sala de clases. Su vocación docente era evidente, pero al salir del colegio, las expectativas sociales la llevaron a ingresar a Ingeniería Estadística en la Universidad de Santiago de Chile. Sin embargo, al comenzar el tercer año de su carrera, enfrentó una verdad que cambió el rumbo de su vida: la enseñanza era su pasión y el camino a seguir.
Hoy, Andrea es profesora del Departamento de Matemática y Ciencia de la Computación (DMCC), escritora del libro “El viaje del Uno” y lidera diversas investigaciones. En conversación con la Facultad de Ciencia Usach, profundiza en su trayectoria profesional y reflexiona sobre las oportunidades y desafíos que ha enfrentado como mujer en el mundo de las matemáticas.
¿Cómo surge su fascinación por la matemática?
Desde niña me gustó mucho la matemática, pero en los libros siempre aparecían hombres: Pitágoras, Euclides… con sus biografías y retratos. Yo me preguntaba: “¿Dónde están las mujeres?”. En mi familia la matemática siempre estuvo presente, no de forma académica, pero sí como parte del cotidiano. Mi abuelo, por ejemplo, nos hacía preguntas en la mesa o jugando en el auto. Así crecí con una relación cercana y lúdica con los números. Para mí, hacer matemática era un juego. Nunca necesité un referente para saber que me gustaba, pero con el tiempo entendí lo importante que es tenerlos.
¿Cómo fue su paso por Ingeniería Estadística y qué la motivó a cambiarse a Pedagogía en Matemática y Computación?
Estudié casi tres años Ingeniería Estadística. Me iba muy bien, pero sentía que no era mi lugar. Tuve una crisis y congelé. Hablé con Don Hernán González Guajardo, el jefe de carrera de Pedagogía en Matemática y Computación de ese entonces, quien me recibió con los brazos abiertos. Me convalidaron los ramos y comencé de nuevo (pero no de cero). Poco después, mi familia enfrentó una crisis económica, y tuve que salir a trabajar. Fue él quien me mandó una oferta laboral, un reemplazo, y así empecé a hacer clases en un colegio. Estuve ahí casi diez años en ese lugar, una experiencia llena de aprendizaje y crecimiento personal y profesional.
Ese reemplazo terminó convirtiéndose en casi diez años de experiencia en el aula escolar. Fue una etapa muy formativa, que me marcó profundamente como profesora. Estar en el colegio me hizo comprender no solo cómo se enseña, con qué recursos, situaciones de aprendizaje, sino también cuánto importan las emociones, las historias y el contexto de cada estudiante.
¿Qué la motivó a dejar de ejercer como profesora tras 10 años en un colegio y volver a la universidad?
Renuncié a enseñar en un colegio estando embarazada para estudiar el Magíster en Educación Matemática de la USACH. Todos me decían que estaba loca, pero era algo que tenía que hacer. Luego, desde la misma universidad me invitaron a hacer clases, y desde entonces no he parado. He recibido mucho apoyo de colegas que confiaron en mí cuando yo misma dudaba. Gracias a eso, hoy soy profesora de esta Casa de Estudios, dirijo tesis, escribo, y sigo investigando.
¿Cómo ha sido su experiencia como mujer en el mundo de la matemática?
Ha sido un camino lleno de desafíos, pero también de oportunidades. Muchas veces he recibido comentarios como: “¿Y con quién dejaste a tus hijos?” cada vez que asisto a un congreso, algo que a los hombres rara vez les preguntan. Esos prejuicios siguen presentes, aunque uno esperaría que ya hubieran quedado atrás. Al principio me daba pena e impotencia, pero hoy respondo desde la comprensión, entendiendo que muchas veces se trata de ignorancia o de una mala costumbre.
Sin embargo, he tenido la suerte de encontrar personas que han confiado en mí incluso más de lo que yo misma lo hacía. Profesores de nuestra Universidad que me ofrecieron oportunidades laborales cuando enfrentaba dificultades económicas, que me invitaron a hacer clases en la universidad cuando estaba embarazada y sin trabajo, y que me impulsaron a seguir investigando cuando pensaba que no era capaz.
¿Considera que hemos avanzando en equidad de género en el mundo científico?
Sí, creo que hemos avanzado. Cuando yo estudiaba en el DMCC, había muy pocas mujeres; hoy, somos muchas más y algunas ocupan cargos de liderazgo. Eso representa un cambio importante, pero todavía falta camino por recorrer. Necesitamos seguir visibilizando a las mujeres en la ciencia y, sobre todo, achicar la brecha de sueños para que niñas y jóvenes se atrevan a ocupar estos espacios sin miedo.
¿Qué le aconsejaría o qué mensaje le daría a las niñas y jóvenes interesadas en la matemática?
Les diría lo mismo que escribí en mi última columna en Diario Usach: quiero ser una de muchas. No quiero que me entrevisten por ser la única mujer entre tantos hombres. Quiero que haya muchas mujeres ingenieras, muchas matemáticas, muchas científicas aeroespaciales que sueñen con ir a la Luna. Que nadie detenga sus sueños. Que se atrevan a soñar en grande. Tenemos que partir por achicar la brecha de sueños, para que cada niña sepa que también puede estar en estos espacios y sentirse parte.
Ansiedad Docente: investigando el impacto emocional de los profesores y profesoras en las aulas
¿De qué se trata el proyecto Ansiedad Docente?
AnsiedadDocente.cl es una investigación que realizo junto al Doctor Daniel Morales Nejaz, director del Diplomado en Neurociencia del Aprendizaje de la USACH, donde estudiamos la ansiedad en docentes en ejercicio, especialmente en contextos escolares. Queremos entender cómo factores personales, emocionales y contextuales influyen en la experiencia de enseñar matemática. Porque la realidad del aula es muy exigente: hay presiones del sistema, de los estudiantes, de los apoderados… y no siempre existe un espacio para acompañar emocionalmente a los profesores y profesoras.
¿Qué tipo de situaciones han encontrado en la investigación?
Casos muy duros. Docentes que pierden la voz por ansiedad, otros que deben seguir haciendo clases después de enfrentar la muerte de una estudiante o recibir una confesión de abuso. Hay docentes que enfrentan violencia, tráfico de drogas en la sala, y aun así deben seguir enseñando contenidos como si nada. Ese nivel de sobrecarga emocional no se está considerando como debiera.
¿Qué esperan lograr con este proyecto?
Esperamos que esta investigación contribuya a instalar la conversación sobre la salud emocional del profesorado, y no solo como una carga individual, sino como una responsabilidad colectiva. El profesor o profesora de matemática muchas veces es el primer contacto que tiene un niño o niña con esta área del conocimiento. Si ese docente está colapsado, desbordado o solo, es muy difícil que pueda transmitir amor por la matemática. Por eso, necesitamos acompañarlo, cuidarlo y escucharlo.
Lo que comenzó como un juego infantil frente a una fila de muñecas se transformó en una vocación profunda que hoy impulsa cambios en la educación del país. La trayectoria de Andrea Pinto Vergara es un ejemplo de cómo las convicciones personales pueden abrir nuevos caminos, tanto dentro como fuera del aula. Desde sus primeros años como profesora en un colegio hasta su actual labor como profesora Usach, investigadora y referente para nuevas generaciones, su historia refleja el valor de escuchar esa voz interna que, desde muy temprano, supo que enseñar era mucho más que una profesión: era su propósito.