La sonrisa que iluminó la ciencia

Aquella tarde la sala estaba llena de risas, pero hubo un instante que quedó suspendido en mi memoria. Una niña, con los ojos más transparentes que el mismo cielo, me miraba fijamente. En su rostro, una sonrisa pura y luminosa se dibujó cuando un rayo de sol atravesó el vaso de vidrio que yo sostenía. El destello jugó en su piel como si fuera un secreto compartido entre la luz y ella.

No sé por qué, pero ese momento me estremeció. Había algo en esa chispa, en la manera en que la niña parecía abrazar la claridad, que me empujó a hacerme preguntas. ¿Cómo podía alguien, frágil como un susurro, irradiar tanta fuerza?

Pronto descubrí su historia: era una de aquellas pequeñas que vivían con “huesos de cristal”. Ni correr, ni saltar, ni abrazar con fuerza… todo podía quebrarla. Y, sin embargo, allí estaba, sonriendo como si el mundo entero le perteneciera.

Decidí entonces que no podía quedarme con la simple impresión de su alegría. Tenía que entender, investigar, buscar caminos que transformaran esa fragilidad en experiencias poderosas. No era solo ciencia; era un compromiso. Entre libros de biología, experimentos con luz y pruebas que parecían juegos, me fui adentrando en un universo que nadie me había mostrado antes.

Pero, conforme más avanzaba, más preguntas surgían. ¿Y si no era solo un límite físico, sino una puerta hacia algo desconocido? En cada ensayo, cada simulación, aparecían resultados que parecían retar la lógica. Materiales que respondían de formas inesperadas, mediciones que oscilaban como si una presencia invisible jugara con los datos.

Algunos dirían que era error humano. Yo, en cambio, comencé a sospechar que esas niñas y niños tenían más que fragilidad en sus huesos: guardaban un misterio. Como si dentro de cada fibra quebradiza hubiera un código esperando ser revelado.

Desde entonces, cada sonrisa que me regalan se ha convertido en un acertijo. Cada mirada, en un recordatorio de que la ciencia no siempre explica todo, pero nos guía a no dejar de buscar. Y aunque aún no sé hacia dónde me llevará este camino, tengo la certeza de que aquella luz, la del vaso de vidrio y la sonrisa de una niña, fue la señal de algo más grande que apenas comienza a escribirse.

 Daikerlys Barrios Burgos
1er Lugar Categoría Enseñanza Básica
I.E Paz y Esperanza - Colombia